Ángel Ciego 11. La novia de mi padre

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Izbet46
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Ángel Ciego 11. La novia de mi padre

Mensaje por Izbet46 » Lun Oct 07, 2019 1:12 pm

En el infierno por un tiempo las cosas iban tranquilas para Piccolo e Izbet, pasaban su tiempo cuidando las puertas del infierno y entrenando. Un día que estaban descansando, llegó el Juez de las almas muy agitado.

— Tienen que venir al paraíso... no pudimos detenerla... — Emma Daio se notaba muy nervioso

— ¿Qué ocurre? — consultó Izbet.

— Una mujer está golpeando a tu padre.

— Vamos — apremio la mujer a Piccolo.

Al llegar vieron a una guerrera de cabello rojo largo, piel violácea, 1.70 mts., vestía un peto escotado y una mini falda abierta a los lados, que ya tenía a muy mal traer al padre de la medio demonio.

— Como ya no puedo tener el placer de matarlos, destruiré sus almas, MALDITOS — grito la mujer pelirroja.

— Tu odio es hacia mí — Supay se volvió a poner frente a su esposa — déjala fuera de esto — en ese momento llegaron la mitad demonio y el namek.

— Papá ¿Qué pasa?

— Tienes una hija con esa mujerzuela — se indignó más la desconocida con la noticia.

— ¡¡¡No le digas así a mi mamá!!!

— Eres tan débil como este desgraciado — quería enfurecerla más.

— DEJA EN PAZ A MIS PADRES — la del mechón blanco se lanzó contra la otra, lucharon un buen tiempo, pero al final la desconocida le dio un último golpe mandándola a tierra, dejándola semi inconsciente.

El namek se lanzó contra la pelirroja, pero ella extendió su mano, y lo dejó inmovilizado.

— Son unas basuras — la guerrera de mini falda miro a todos con arrogancia, con un rayo hirió la pierna de Supay, Zurra se paro frente a su esposo e hija, para defenderlos sin miedo — pretendes detenerme... jajaja — la ángel se veía muy pequeña comparada con la desconocida.

Cuando la mujer iba a atacar a la de alas blancas, apareció Kaio Shin frente a la familia.

— Deténgase — ordenó el joven.

— No te metas si no quieres morir.

— Soy el dios de este universo, estas personas están bajo mi protección.

— ¿Y eso qué? Apártate.

— Desista, no quiero dañarla.

— ¿Tú dañarme a mí? No me hagas reír, soy más fuerte que tu hombrecito... — miro a su alrededor — MÁS FUERTE QUE TODOS — se teletransporto detrás de Piccolo, que todavía no podía moverse — así que te hiciste pasar por el Supremo Demonio... que tontos en confundir un ser inferior con un dios ¿Qué tal si empiezo contigo?

— No dejaré que destruya estas almas — el del pelo blanco se lanzó contra ella.

La mujer dejó libre al namek y fue al dios al que dejó inmovilizado ahora.

— Volveré, y está vez ni tú ni nadie me detendrá — cuando la desconocida se fue el joven dios pudo moverse.

Luego de un momento en que nadie habló, los amigos se reunieron en silencio, Piccolo llevaba en brazos a su pareja mientras se recuperaba, todos vieron fijamente al padre de Izbet.

— Supongo que quieren una explicación — dijo el hombre al ver las miradas de todos.

— Si lo prefiere me iré para que estén en familia — ofreció Shin.

— No es necesario, es mejor que también escuches — trago saliva — ella se llama Lilith y es... era mi novia.

— ¿¿¿¡¡¡QUE, TU NOVIA!!!??? — la medio demonio se paró afirmada del namek, para enfrentar a su padre.

— Cuando apareció supe que algo la unía a ti — dijo Zurra seria — pero nunca me imaginé algo así. Te pregunté cuando nos conocimos si estabas casado o tenías novia, y me dijiste que no.

— Es la hija del dios de la destrucción de mi universo y una mujer de mi raza, fue un gran honor que me eligiera, luego del compromiso tuve que salir a varias misiones, en una de ellas te conocí — tomó las manos de su esposa — y me enamore de ti, pensé que no me aceptarías si sabías que tenía novia... por eso te lo oculte. En mi mundo quien rompe un compromiso de matrimonio debe morir, esa es una de las razones por las que no volví a mi planeta. No pensé que viniera a buscarme, han pasado más de 50 años y ya estoy muerto.

— ¿Sabes que tan poderosa es? — preguntó la de alas negras al dios.

— Mucho.

— ¿Cómo podemos derrotarla? — consultó en voz alta, nerviosa.

— Cuando me congeló y a Kaio Shin su ki disminuyó, por lo que creo puede usar esa técnica sólo con una persona a la vez, y le consume mucha energía, ese es el momento preciso para atacarla — analizo Piccolo.

— No quiero poner en peligro a ninguna de ustedes — explico Supay — la próxima vez que venga la enfrentare solo, es a mí a quien odia.

— No te dejare papá, debe haber una forma de detenerla.

— Me pregunto cómo supo que me había hecho pasar por el Supremo Demonio... — Piccolo hizo un gesto de preocupación — a no ser que haya estado en Namek.

— Iré inmediatamente — Kaio Shin volvió en un instante — todos están bien. Ella llegó exigiendo las esferas del dragón, hirió a varios guerreros, cuando los vio con detenimiento supuso que alguien se había hecho pasar por su dios, amenazó con matar a los niños si no le decían la verdad, también tuvieron que entregarle las esferas, su deseo fue saber todo sobre usted Supay.

— ¿Qué haremos? — se angustio Izbet.

— Lo primero es ir al infierno, el paraíso ha sufrido muchos daños — ordenó Kaio Shin.

Una vez allí.

— Traeré a mi Honorable Antepasado para que nos ayude, pero antes buscaré a Lilith para tratar de convencerla que desista.

— Puede ser peligroso — dijo la medio demonio.

— No se preocupe, estaré bien — el dios desapareció.

La encontró en un pequeño planeta, recostada en la hierba con los ojos cerrados.

— Supuse que te mandarían para hacerme cambiar de idea. Son tan predecibles ¿Por qué un dios se presta para ayudar a seres inferiores? — le dijo Lilith sin moverse.

— Son mis amigos.

— Amigos, familia... nada de eso importa.

— Y si eso no es importante, porque ha seguido buscando al Sr. Supay por tanto tiempo.

— Nos comprometimos un poco después que supe que no era la hija del esposo de mi madre, sino de una deidad, mi verdadero padre me regaló dos cosas, este amuleto — lo tenía en su pecho, era circular y con una imagen de fuego — que me permite ir a cualquier universo y una consulta a un oráculo, quise saber quién de los hombres de la raza de mi madre sería la pareja ideal para tener descendencia, me dijo que los hijos que tuviera él serían muy poderosos. Cuando se lo propuse acepto, obvio, que mejor pareja que yo podía encontrar. Cuando desapareció entrené para no pensar, pero sentía que estaba vivo, cuando vi que no volvía lo busque en todos los universos, pensé que lo habían hecho prisionero. En una de mis vueltas a mi planeta natal supe que alguien había luchado con el Supremo Demonio, y que ahora teníamos vetado éste.

Seguí buscando, cuando termine con los otros, supe que debía estar aquí... ahora ya no puedo volver a mi planeta, rompí la ley, todos saben que vine al lugar prohibido... nadie me creerá que todo fue un engaño... sabía a qué me exponía... luego de un tiempo supe de las esferas del dragón y fui a Namek, al ver a sus habitantes, supuse que uno de ellos pudo haber engañado al Comandante, tuve que presionarlos un poco para que me dijeran todo y me dieran las esferas...

Lilith abre los ojos de golpe, molesta.

— No tienes idea cómo se partió mi orgullo al saber que por su voluntad no quiso volver conmigo... — un par de lágrimas de ira cayeron por su mejilla — se casó, hizo una vida, mientras yo seguía sola... era mío, confíe en él, me mintió y me traicionó como todos. Destruiré su alma, la de esa mujerzuela, la de la hija que tuvieron, y del que se atrevió a hacerse pasar por nuestro dios.

— Déjelos, ya están muertos.

— De mí nadie se ríe.

— No debe guardar tanto rencor en su corazón.

— Qué sabes tú de rencor, de rabia, de maldad, eres demasiado bondadoso — la mujer se teletransportó y ocultó su ki para que no pudiera seguirla.

El dios volvió al infierno en compañía de su antepasado.

— Me fue mal, será imposible hacerla cambiar de opinión.

— Lo mejor es que yo la enfrente — Supay se dirigió a Piccolo — por favor, protege a Izbet y Zurra.

— ¿Y si se esconden? En algún momento se aburrirá y se irá — sugirió el anciano Kaio Shin.

— Honorable antepasado, lo ha buscado por más de 5 décadas, y recorrió todos los universos.

— Que le hiciste para que no te olvide — consulto el hombre mayor con una sonrisa maliciosa.

— Nada — el demonio bajo la mirada — acepte el compromiso, pero nunca pasó nada entre nosotros.

— Supay, mírame — le pidió su esposa — ¿Dices la verdad? ¿Hay algo más que me hayas ocultado?

— Eeehhhh...

— Papá, es mejor que conversen solos — cuando terminaron la mujer se alejó, muy callada.

— No debí ocultarle nada hija.

— No te aflijas, te perdonará, fue por su bien que no le dijiste nada. A veces es mejor no decir ciertas cosas para no ver sufrir a quien uno ama.

— ¿Me has ocultado algo para que no sufra? — le preguntó Piccolo mirándola fijamente.

— Nada... no me mires así... digo la verdad — respondió Izbet.

— humm...

— Debí decirle todo cuando nos conocimos — reconoció Supay.

En ese momento apareció nuevamente Lilith, con su mirada de suficiencia, de desprecio, atacó por la espalda a Piccolo y Supay, absorbiendo su energía y dejandolos botados en el suelo, a Izbet la dejó inmovilizada.

— Eres una cobarde, nos atacaste por sorpresa — dijo desde el suelo el namek.

— ¿Y ustedes que se juntaron para enfrentarme que son? En una pelea todo se vale. Si no quieres que siga ven conmigo Supay.

— NUNCA. Prefiero desaparecer, jamás traicionaré lo que siento por Zurra.

— Que bella mujer... por qué mejor no sales conmigo a cenar, preciosa — la invitó el anciano Kaio Shin.

— Sal de mi vista viejo asqueroso — lo vio con cara de asco, le tiró un rayo, pero el joven dios lo protegió.

— Basta — gritó el dios e intenta enfrentarla.

Pero antes que hiciera algo más ella lo congeló, liberando a la mujer de las alas negras.

— Sellaste el destino de todos — gritó al padre de Izbet — ahora contra la bastarda — las dos mujeres se lanzaron a luchar, pero nuevamente el resultado fue el mismo que antes, la del mechón blanco fue derrotada — ahora sólo debo encontrar a esa debilucha, y los acabaré a todos juntos.

Zurra apareció caminando despacio, extendió sus blancas alas, y se puso al mismo nivel de la pelirroja.

— Que valiente, una polilla quiere enfrentarse contra un águila — ironizó Lilith.

Cuando fue a atacarla, la ángel desapareció, apareció atrás de la novia de su esposo y la golpeó en la cabeza haciéndola caer a tierra.

— Sólo fue un golpe de suerte que no se repetirá — dijo la pelirroja limpiándose la sangre de la boca con la mano, pero siguió ocurriendo lo mismo.

La hija del dios de la destrucción lanzó rayos contra la mujer alada, pero fueron desviados por Zurra con sus manos. Luego de un rato, ya cansada, humillada y herida, la demonio desapareció.

— ¡¡¡Mamá!!! — Izbet apenas logró moverse.

La mujer le pasó parte de su energía a su esposo y a su hija, y está última al namek.

— ¿Cómo pudiste derrotarla? Tu ki siempre fue el mismo, pequeño — se extrañó Supay.

— No es así, cuando Zurra se defiende o ataca su energía se eleva y baja en microsegundos — explicó Piccolo.

— Es mi turno de contarles algo — dijo la rubia nerviosa — no tengo padres como ustedes, la anterior Sagrada Madre propicio experimentos genéticos para conseguir al ser perfecto de mi raza, de los embriones que se consiguieron sólo yo llegue a término, cuando "nací" se produjo un terremoto que destruyó las instalaciones. El director y quienes trabajaron en el proyecto murieron, sólo yo sobreviví. La Sagrada Madre pensó que era una señal, y prohibió que se hiciera algo así nunca más. Fui criada por la viuda del encargado, mis poderes de pequeña eran muy grandes, pero nunca me gustó pelear, respetaron mi decisión de no ser luchadora. De adulta me mandaron como encargada científica a un puesto aislado del planeta, allí tu padre tuvo el accidente con su nave, lo salve y me enamore de él, el resto ya lo saben.

— Siempre que quise que entrenáramos nunca aceptaste — preguntó su esposo.

— No me gusta luchar contra otro ser vivo, ni como entrenamiento. Por eso siempre lo hago sola... ahora tuve que pelear con ella para salvarlos, no había otra salida... — se dirigió a su hija — ¿Acaso crees que tienes esos grandes poderes sólo por tu padre?

— La verdad pensaba eso ¿Por qué no nos contaste antes?

— Me preocupaba que pensarían de mí al saber que soy producto de un experimento.

— Iré a ver cómo está Lilith — Kaio Shin estaba inquieto por la pelirroja.

La encontró en el mismo planeta que antes, sentada mirando el suelo.

— ¿Está bien? — el dios se arrodilló a su lado.

— Nunca pensé que una pitufa con alas me daría una paliza así... no tienes idea cómo es vivir en mi planeta — levanto la mirada, se notaba que contenía las ganas de llorar — todos compiten con los demás, a los 8 años nos mandan a un internado. Las madres te preparan para ser fuerte, independiente, y que logres lo que quieras a cualquier precio... mi padre... el dios de la destrucción... nunca lo he visto... jamás se interesó en mí... cuando supe la verdad sólo me regaló la consulta y el amuleto... siempre fui la mejor en todo, lo que quería lo conseguía. Cuando le propuse a Supay ser mi futura pareja, aceptó inmediatamente. Fue la única persona que me trató con cariño... cuando no volvió de la misión, me sentí tan sola. Y ahora luego de tanto buscarlo, descubrió que para él no fui importante... — se dio vuelta y hundió la cabeza en el regazo del dios para llorar desconsoladamente por primera vez en su vida, mientras el joven le acariciaba el cabello para calmarla.

Luego de un rato.

— Quiero llevármelo para no sentirme así — se explicó Lilith.

— No debe separarlo de quienes ama.

— Entonces sólo debe enamorarse de mí para que nunca nos separemos.

— No puede obligar a nadie a amarla, así no funciona — se entristeció — es un sentimiento en que no se manda.

— Veo que amas a alguien — se limpió los ojos y lo miró fijamente — ¿No estás con ella? Eres un dios, que mejor honor para alguien que estar contigo.

— El honor no es amor, no obligaría a nadie a estar conmigo si no lo quiere así.

— ¿Qué debo hacer ahora? Ya no me queda nada, ni familia, ni planeta, ni universo, no tengo donde volver, soy una paria.

— La invito a quedarse en un planeta donde puede descansar y repensar su vida, hay un androide que es el guardián del lugar. Tal vez encuentre un nuevo propósito allí — la mirada de la mujer había cambiado, ya no se veía maldad, ni soberbia en ella.

— Gracias — lo abrazo, pero por la diferencia de estatura, la cabeza del dios quedó a la altura de los senos de la demonio.

— De nada — se separó muy sonrojado, se dio cuenta del cambio en el brillo de sus ojos.

— Quiero volver al infierno — al ver la mirada de preocupación del otro aclaró — para disculparme con todos, y conversar con la pitufa... digo con la mujer alada.

Al llegar todos se prepararon para otra batalla, pero el dios explicó que ella había decidido desistir de su venganza.

La pelirroja y Zurra fueron a conversar en privado.

— ¿Estás preocupado papá?

— Sólo quisiera saber de qué hablan — miro a Piccolo, pero éste prefirió hacerse el desentendido.

Al terminar ambas se dieron las manos y volvieron con los demás. Lilith descubrió por su forma de mirar a Izbet que era a ella a quien amaba el dios, le pareció extraño que aunque la mujer no lo quiera, simplemente no se la llevará con él. En el fondo de su corazón por primera vez estaba naciendo admiración, respeto y cariño sincero por alguien. El joven la llevó al planeta donde vivía N°16, se la presentó y le encargó ayudarle en lo que pueda necesitar.

Al prepararse para volver al infierno, ella estaba muy agradecida.

— Gracias por todo lo que haces por mí ¿Vendrás a verme?

— Por supuesto.

— Te espero el jueves — antes que desapareciera con una sonrisa pícara la demonio le guiñó un ojo al dios, le encantó verlo ponerse colorado, nunca había conocido a alguien que se avergonzará por todo.

Cuando él llegó al infierno, parecía un tomate.

— ¿Qué te pasó que vienes así? — le preguntó el anciano Kaio Shin.

— Nada, nos vemos — y se llevó rápidamente a su antepasado.

— ¿Estaba sonrojado... crees que él y Lilith...? Tal vez si yo... — se emocionó Izbet.

— Quieres hacer de casamentera otra vez.

— Shin es una buena persona, me gustaría que encontrará a alguien para que sea tan feliz como nosotros.

— El tiempo lo dirá. Ahora llevemos a tus padres al paraíso, tienen mucho de que conversar.

El jueves siguiente llegaron al planeta de los seres mitológicos Shin, Kibito y el anciano Kaio Shin.

— Que bueno verlos — aunque mantenía la sonrisa se notaba que la pelirroja estaba decepcionada, pensó que iría el joven solo.

El día transcurrió tranquilo. El siguiente jueves.

— No puedo ir, me duele el estómago — se excusó el anciano Kaio Shin.

— Lo siento Honorable Antepasado, me excusaré con Lilith, y volveré enseguida.

— No es necesario, estaré bien, Kibito puede cuidarme.

— Tal vez sería mejor que me quede yo también — ofreció el joven.

— PARA NADA... disculpa, es este dolor, anda tú y dale mis saludos a ese monumento de mujer.

— No le diga así — se puso totalmente sonrojado — nos vemos a la tarde — se fue.

— ¿Quiere que le prepare un té? — Kibito solicito le ofreció al hombre mayor.

— No, mejor hazme un buen almuerzo — dijo con una sonrisa.

— Pero sí está enfermo del estómago.

— TONTO — grito furioso el anciano — sólo quiero que ellos estén solos, acaso no te diste cuenta como lo miraba la mujer, y él sin darse cuenta, necesita un empujoncito.

— Pero Señor, él ama a Izbet.

— Quien sabe, esa demonio está de muy buen ver, tal vez logre conquistarlo.

Mientras en el planeta de los seres mitológicos.

— Hola ¿Y los demás? — Lilith trato de ocultar su alegría al no ver a nadie más.

— Mi honorable antepasado está algo indispuesto, prefirió quedarse, Kibito lo cuida.

— Genia... digo que pena, espero que se mejore pronto.

Ese día conversaron sobre ambos, almorzaron, caminaron por el lugar, al anochecer él volvió al Planeta Sagrado. Desde entonces cada jueves el anciano Kaio Shin tenía algún problema, o es Kibito quien se indispone, así que el dios siempre iba solo a donde la pelirroja. Cada vez que la iba a ver, encontraba algo nuevo en ella que le llamaba la atención, incluso ella ya no tenía esa mirada de suficiencia. Un día que el joven llegó un poco más temprano a busca a su amiga en la cabaña donde vivía ahora, ésta no estaba, sintió su ki en el mar, así que fue para allá.

— Ho.... — vio a la mujer que solo con su ropa interior inferior saltó de un roquerío al agua donde había un grupo de sirenas.

Instintivamente el ser supremo se agachó para que no lo vieran, iba a irse pero algo lo tenía clavado al piso, no podía apartar la vista, ella parecía una niña tirando agua a las otras, su risa lo fascinó, pero sobretodo lo cautivo el brillo que tenía en sus ojos, cuando fue consciente de lo que hacía, se retiro sigilosamente, y se fue a la cabaña a esperarla, confundido por lo que había pasado, casi al llegar se encontró con número 16.

— Hola Kaio Shin — saludó el robot.

— Hola — respondió el joven todavía avergonzado.

— ¿Busca a Lilith?

— Sí.

— Me dijo que iría a la playa, le iré a avisaré.

— Gracias — recordando que estaba solo con ropa interior en el mar — espere, no le avise, la esperaré, no tengo apuro — no quería que la viera así.

— No es problema para mí, espéreme.

Al rato aparecieron la demonio y el robot.

— Llegaste temprano.

"Que extraño, está avergonzado, y todavía no he hecho nada para que esté así".

— No pensé que le molestaría — se excusó Shin.

— Para nada ¿Me ayudas a preparar el almuerzo?

— Nos vemos, voy a ver a los elfos del sur — se despidió N°16.

— Gracias, nos vemos mañana — ella le dio un beso en la mejilla, al verlos el dios fruncio el ceño un momento.

El resto del día transcurrió en forma normal, en la siguiente visita el joven se atrasó un poco.

— Hola, disculpe la demora, pase antes al infierno — sonrió algo nervioso.

— Entiendo — aunque se veia tranquila, por dentro ella estaba furiosa, se atrasó por ir a ver a la otra — ya vuelvo, falta leña.

— Yo voy.

— No es necesario.

Desde donde está él vio un árbol gigante que ella derribó de un solo puñetazo, el resto pronto es leña, mucha.

— ¿Está bien? — la encontró extraña.

— Sí.

— Bueno — pensó que estaba molesta, se preguntó si algo pasaba entre ella y el robot — ¿Y cómo se lleva con 16?

— Bien, es un ser muy especial, en mi planeta hubiera sido un guerrero de élite, conversamos sobre eso el otro día, y me dio su visión de la vida, es extraño cómo ve las cosas, siendo que no es un ser vivo.

— ¿Conversan mucho?

— Cuando no vienes, me visita a la hora del almuerzo para que no esté sola, tiene una amabilidad increíble con todos.

Ese día ambos estaban molestos, ella porque él prefirió ir a ver primero a Izbet que a ella, y él por la cercanía que sintió que tiene la demonio con 16. Los días que siguieron Lilith todavía tenía mucha rabia, entrenaba para quitarse el odio, pero el día que el dios debía verla a visitarla todavía seguía con ese rencor, empezó a golpear un acantilado, dejándolo como colador.

— Hola — le saludo el robot.

— Hola — respondió agitada.

— Si sigues así los hombres pájaro podrán cambiarse a vivir mañana.

— Disculpa, no he podido sacarme esto...

— ¿Qué te pasa? — se sentaron en el suelo.

— Es que... ¿Si te cuento algo no le dirás a nadie?

— Por supuesto — le sonrió para darle confianza.

— Es que siento algo por Kaio Shin, pero él está ilusionado con otra persona, prefiere estar con ella y no conmigo — se puso a llorar, él la abrazo hasta que se calma — lo siento, ahora lloró por todo, me he vuelto débil.

— Una vez escuche que no se llora por ser débil sino por haber sido mucho tiempo fuerte.

— Gracias — se rio, lo abrazo y le dio un beso en la mejilla.

Justo en ese momento llegó Shin, al verlos así frunció el ceño molesto. Al sentir su ki la demonio se limpió rápidamente los ojos.

— Hola — le dijo contenta al verlo a la hora de siempre.

— Lamento haber interrumpido — respondió enojado.

— Para nada. ya 16, nos vemos para comer mañana.

— Hasta mañana — se fue el robot, hacia el dios — vamos a comer algo.

En la cabaña.

— Ayúdame con la ensalada.

Pero al estar pensando en lo que vio, el joven apretó muy fuerte una verdura parecida a un tomate pero más grande, que ensució a la mujer.

— ¡¡¡Qué diablos!!!

— Lo siento, no sé en qué estaba pensando — se excusó el dios.

— De castigo tendrás que terminar de preparar todo mientras me aseo — al rato — ¿Shin?

— ¿Dígame?

— Se me quedó la ropa sobre la cama — le gritó desde el baño — ¿Puedes traérmela? ¿O prefieres que vaya yo a buscarla?

— Se la llevó enseguida — él recogió el peto y la falda, pero no se decidía con la ropa interior.

— ¿Qué pasa que te demoras tanto? ¿No las encuentras?

— Ya voy — con mucho cuidado junto todo y se las dejo fuera del baño.

— Te demoraste mucho... ¿Qué estabas haciendo con ellas?

— Nada — respondió sonrojado.

— Tranquilo, es una broma.

Fuera de eso, nada digno de contar pasó ese día.

Luego de algunos meses, Lilith parecía una persona distinta, bastante relajada y tranquila. Un atardecer, ambos se sentaron a mirar el mar, las sirenas los saludaron cuando pasaron cerca de ellos.

— ¿No has pensado hacer tu vida con alguna persona? — preguntó la mujer.

— No, al ser un dios, creí que no debía tener ni demostrar ese tipo de sentimientos, sólo debía cuidar de los demás, pero al conocer a... esa persona... sentí por primera vez amor, sé que ella nunca me va a querer así, pero el verla feliz es suficiente para mí, y usted ¿Cómo se ha sentido en este tiempo?

— Si te soy sincera, por primera vez me siento bien en un lugar, 16 me ayudó a construir esta casa, todos los demás nos cooperaron, cuando estuvo lista me trajeron regalos para adornarla, nunca me había sentido tan relajada, no tengo que estar pendiente que me ataquen, o me traicionen... me aceptan tal como soy... además... — tragó saliva antes de seguir hablando — además me siento atraída por alguien que conocí hace un tiempo.

— ¿Puedo saber quién es esa persona? — el dios creía que era 16, y de solo pensarlo, sin darse cuenta se enfureció por dentro.

— Eres tú — por sorpresa lo tomó de los hombros y lo besó suavemente — disculpa, no debí haberlo hecho, pero ya no me pude aguantar — se excusó al ver la cara que puso.

— Es que... — estaba sonrojado a más no poder — no debe disculparse... ya es tarde... — se fue al Planeta Sagrado.

— Por fin llegas ¿Cómo te fue...? — pregunto al verlo llegar extraño.

— Como siempre, Honorable Antepasado...

— ¿Seguro? Te notó preocupado.

— No es nada.

El siguiente jueves al mediodía el dios todavía no había ido a ver a la demonio.

— Ya es tarde y no has ido a ver a ese mujerón — le preguntó el anciano.

— Iré más tarde — se sentía incómodo pensando que hará o dirá al verla, en ese momento la pelirroja llega al Planeta Sagrado.

— Hola, como te atrasaste vine a ver si había pasado algo.

— Sólo se me pasó la hora.

— Aprovechando que estoy aquí ¿Puedo pasar el día con ustedes?

— Por supuesto — respondió el hombre mayor, babeando al verla.

Todo fue tranquilo, ninguna insinuación ni alusión al beso, al anochecer la fue a dejar a su casa.

— Sé que no querías venir por lo que pasó la última vez.

— No es así...

— No sabes mentir — ella sonrió triste — sólo fue un impulso que no volverá a pasar, promesa, nunca más te robaré un beso.

Desde esa vez se cambio un poco la rutina, ahora se reunían un día en el planeta donde vivía la mujer y luego en el Planeta Sagrado, para felicidad del anciano Kaio Shin. Un día que el dios visitaba a la demonio en el planeta de los seres mitológicos, se produjo mucho viento, un hada sufrío una herida en un ala, como no estaba cerca N°16, la mujer sorprendió al dios con la delicadeza con que curó la herida.

— Ya amiga, estarás bien.

— Gracias — dijo la hada probando sus alas para volar.

— ¿Quieres que te llevemos a casa? — le propuso Lilith.

— No es necesario. Estoy muy bien — le dio un beso en la mejilla - de nuevo gracias, adiós — se fue.

— No pensé que supiera de medicina — le dijo Kaio Shin.

— No sé, pero cuando luchas como yo lo he hecho, aprendes a curar con lo que hay a mano — le mostró varias cicatrices, en la rodilla, el antebrazo, la nuca — y está — se levantó un poco la faldita, y le mostró una pequeña cicatriz en la parte alta del muslo — use un alambre muy delgado, lo calenté y con él me cocí, no me quedó tan mal ¿Qué dices?

— Sí... se ve bien — tragó saliva.

— No quieres verla más de cerca — sonrisa pícara.

— No... la veo bien desde aquí — de nuevo sonrojado.

Luego de un mes, cuando estaban en el planeta que cuida N°16, los sorprendió una lluvia.

— Nos mojamos, apúrate — entraron a la casa.

— Mejor me voy.

— Es muy temprano, quédate un rato más — para no resfriarse, ambos se envolvieron en mantas, mientras sus ropas se secaban.

— ¿No tiene más ropa para usted? — dijo él, estaba complicado al verla así.

— Hoy tuve la gran idea de lavar todo — con el pie ella deslizó un pequeño cesto con ropa limpia, para que el dios no la viera.

— Hay días así.

Siguieron conversando, o mirando el paisaje por la ventana, cada vez se volvía más fuerte la tormenta, a media tarde parece noche cerrada, tuvieron que iluminarse con velas, empezaron los truenos y relámpagos, estos últimos sobresaltaron a la pelirroja.

— ¿Está bien? — la notó nerviosa.

— Sí, siempre me incomodan un poco esos resplandores, me recuerdan algunas batallas en las que estuve cuando era muy joven, y donde resulte mal herida — el joven se acercó y la abrazó, siguieron así un rato, en silencio.

Luego él buscó con su mirada la de ella, la vio tan vulnerable, indefensa, y esos ojos tan brillantes, no pudo evitarlo y fue él quien ahora la besó, pero no se conformó con eso, siente que sus manos tienen voluntad propia, quieren sentir el cuerpo de ella, tocar esos senos que ha visto pero nunca ha podido acariciar. Cuando la demonio sintió como el dios tocaba su cuerpo, soltó su frazada. El dios se tendió y la hizo acomodarse encima, Lilith empieza a gemir suave y se le erizó la piel al sentir los labios y la lengua de él en su cuello, hombros y senos. Cuando Kaio Shin tuvo su miembro duro, fue el turno de ella de usar sus labios, bajo de su cuello a su estómago, al bajo vientre, hasta que metió la virilidad de él en su boca, el grito de placer del dios fue acallado por un trueno. La miraba con los ojos entre cerrados, deseaba ver la cabeza pelirroja que subía y bajaba, pero también quería cerrarlos para centrarse en las sensaciones que lo estaban llevando al éxtasis, muy a su pesar rápidamente acabó en la boca de la mujer.

Ella con sus manos continúo acariciándole, y siguió estimulando el miembro de él en su lengua, estimulándolo, hasta que nuevamente estuvo palpitante, el dios pensó que hará lo mismo que antes, pero cuando la demonio lo vio listo, lo acomoda en la entrada de su intimidad, y empezó a bajar lentamente sobre él, por la excitación de ambos logró entrar fácilmente hasta que algo le impidió seguir avanzando, continuaron hasta que por fin se rompió su virginidad. A la espera que el dolor pasará, se abrazó a él, que estaba sorprendido al darse cuenta que fue el primer hombre en su vida, cuando iba a decir algo la pelirroja le puso un dedo en la boca para que guardará silencio y empezó a subir y bajar mirándolo a los ojos, el momento lo hizo olvidarse de todo, se abandonó a lo que estaba sintiendo, pero no por eso dejó de besarla y acariciarla, quería darle las mismas sensaciones que estaba recibiendo, rápidamente llegaron al orgasmo, en ese momento Lilith grita de placer, luego quedan silenciosos, abrazados.

Al rato cuando la tempestad estaba pasando, ella se recostó en su lecho, mientras lo veía se acaricia los senos, le hizo una señal con el dedo para que se acercará, él se paró al lado de la cama, la miró tan serio que por un momento la demonio se preocupó, hasta que el dios la besó apasionadamente, acomodó las piernas de la mujer en sus hombros, y sujetando su miembro la penetró de una vez. Lilith ahogó un grito, mezcla dolor y placer, la tomó de los brazsos, entró y salió muy fuerte, cada vez más rápido, quería sentir la respiración entrecortada de la pelirroja en su oído, los gemidos más fuertes le indicaron que la mujer estaba a punto de llegar al orgasmo, así que aumentó el ritmo hasta que terminaron de nuevo al mismo tiempo.

— Te amo Lili — le susurró besando el cuello de la mujer, mientras sus respiraciones se normalizaban.

Se quedaron lo más juntos que pudieron hasta que el cansancio los hizo dormir, un poco antes del amanecer Kaio Shin abrió los ojos, la mujer estaba durmiendo apoyada en su pecho, se movió lentamente para no despertarla, la tapó con una manta, se aseo en el mar, se vistió y se fue.

Llegó al Planeta Sagrado, lo estaba esperando el anciano.

— ¿Qué pasó que vienes recién llegando? — le preguntó el hombre mayor.

— Es que... hubo una tormenta, no quise dejarla sola.

— Entiendo — sintió que algo pasó, pero él otro por su carácter nunca le diría — tuviste que cuidar a esa guerrera para que no se asustara por un poco de lluvia.

Pasaron dos meses, y con una excusa u otra el joven dios no había ido a ver a la demonio; ni ella los había visitado. Hasta que un día apareció la pelirroja en el Planeta Supremo.

— Hola.

— Hola — respondió Kaio Shin incómodo.

— Como estas preciosa, te he echado de menos ¿Por qué no has venido? — saludó como siempre el hombre mayor.

— He estado ocupada.

— Kibito, por favor acompáñame, quiero ir a ver algo por allá — dijo al ver la forma en que se miraban ambos, se alejaron lo más que pudieron para darles privacidad.

— ¿Por qué te fuiste y no has ido a verme? — cuestionó la mujer.

— Es que...

— Sin mentiras.

— No sé cómo enfrentarla... luego que nosotros...

— Para empezar deja de tratarme de usted. Nosotros tuvimos relaciones — ella estaba con los brazos cruzados.

— Es que no sé por qué pasó.

— No me salgas con esa. Fue porque ambos lo quisimos, por favor, somos adultos.

— Yo dije algo que... no sé si debí... — a cada rato estaba más nervioso.

— ¿No me amas?

— No lo sé...

— ¿Entonces por qué pasó según tú?

— ... es que... yo sentí... deseaba... y no pare...

— CREES QUE FUE SÓLO POR CALENTURA QUE NOS ACOSTAMOS — grito ella a todo pulmón, el anciano Kaio Shin y Kibito quedaron como estatuas.

— No lo sé, iba a ir a hablar con usted de esto pero...

— No hay pero que valga — al mirarlo los ojos de la mujer parecía que despedían fuego, se sentía igual que la mañana cuando despertó y vio que estaba sola — fui una tonta al elegir a un enano como tú como mi primer hombre... sigue con esa mujer que sólo te quiere como amigo, nunca serás más que eso para ella porque ya tiene un verdadero hombre a su lado. Lo mejor es que me vaya, buscaré alguien que esté a mi altura... — mirándolo de arriba abajo — en todos los sentidos.

— Por favor, quédese — el pensar que alguien más la tocaría como él le produjo un dolor físico, en los ojos de ella había más odio que el que tenía cuando llegó al infierno buscando a Supay.

— No necesito la lástima de nadie, menos la tuya...

— No es lástima... es que...

— Yo si te a... — ella contuvo las ganas de llorar — sobreviví en todos los universos antes de conocerte, simplemente seguiré mi vida como antes, adiós para siempre — antes de irse le grito — NO SENTÍ NADA AL HACERLO CONTIGO, TODO LO FINGÍ — desapareció.

Kaio Shin sintió un gran vacío al saber que nunca más volvería a verla, a cada momento estaba más deprimido.

Para no seguir viendo las caras de pregunta de su antepasado y su ayudante, decidió ir a la Tierra para recoger las fotos que Yun le tenía preparadas para sus padres, y fue al infierno a entregarlas, Izbet lo recibe como siempre.

— ¿Te pasa algo?

— Nada — pero el joven miraba al vacío a cada rato, muy callado.

— Espérame un rato, ya vuelvo — la del mechón blanco fue donde Piccolo — por favor podrías conversar con Shin, lo notó ido, no quiere decirme nada. Tal vez contigo se sincere, me ausentaré un momento para que estén cómodos.

— ¿Qué le digo...?

— Trata de ver si te cuenta algo... y si puedes ayúdale... por fa... por fa... por fa... — le hizo pucheros.

— Está bien.

Se fue a sentar al lado del dios, esté ni se dio cuenta que está allí hasta que le habló.

— Hola.

— Hola — le respondió sobresaltado.

— Izbet cree que te pasa algo.

— No... sí... no sé... es que... — necesito desesperadamente conversar con alguien y ya que él le preguntó aprovechará.

— ¿Qué te pasa? — se dio cuenta que en realidad necesita ayuda.

— Es sobre alguien... no sé qué me pasa... estoy confundido sobre lo que siento por ella.

— Supongo que hablas del amor — un pequeño rubor aparecio en sus mejillas del namek — si estás confundido, es porque hay más de una persona.

— Sí... desde hace mucho tiempo amo de verdad a alguien — lo miro de reojo rogando que no le preguntará el nombre de la persona, al ver que no dijo nada sigue — pero desde que conocí a Lilith... no sé... hace un tiempo ella y yo... tuvimos... relaciones...

— ¿Relaciones... con quién? — con una ceja levantada, lo miró fijamente.

— Con Lilith, nos acostamos — rojo al máximo.

— Ya veo — muy avergonzado — ¿Ese es el problema?

— Sí, es que ese día debí parar lo que ocurría, pero no lo hice.

— Hablas como si te sintieras culpable.

— Lo que pasó está mal, el amor no es así, me estoy convirtiendo en alguien como mi antepasado — lo miró a los ojos — desde ese día no dejo de pensar en ella, ya no duermo tranquilo, todas las noches sueño que estamos juntos... — bajó los ojos avergonzado — luego que... cuando desperté, no sabía qué decirle, o qué hacer... me fui, pensaba volver más tarde a conversar cuando mis ideas estuvieran claras para explicarme bien, pero pasó el tiempo y no pude... — veía al suelo complicado.

— ¿Y cómo es el amor verdadero según tú?

— Es como lo que siento por... esa primera persona... nunca mancillaría el sentimiento tan especial que tengo por ella con algo como eso — recordó cuando Izbet perdió la memoria — besos sí, pero nada más.

— ¿Crees que es malo desear físicamente a quien se ama?

— En el verdadero amor el sexo no debe existir.

— ¿Entonces el amor que tengo por Izbet no es verdadero, es sólo deseo?

— Sí... no... en ustedes está bien, pero en mi caso... — al ver cómo lo miraba inquisitivamente, movió los brazos, negando — no quise decir eso... esto temí que pasaría con Lilith si iba a hablar con ella, que no sabría explicarme bien y ella terminaría ofendiéndose, pero igual pasó... soy un idiota... la perdí... por qué dije eso si yo no la amo...— se quedó quieto y callado.

— ¿Qué siente esa persona sin nombre por ti? — estaba seguro que la primera mujer era su pareja.

— Sólo amistad, ella ya está enamorada y no tiene ojos para nadie más.

— ¿Nunca le dijiste lo que sientes?

— No lo sabe, además no quiero que se enoje conmigo por eso, el verla feliz es lo que me importa — recordó que se lo dijo cuando ella perdió la memoria, pero cuando la recuperó ya no se acordaba.

— Hummmm... ¿Te ha molestado ver a Lilith junto a alguien?

— 16 — susurro molesto.

— ¿Te incómoda verla cerca de 16?

— Yo... sí — serio, con el ceño fruncido.

— Creo que lo de la primera persona es un sentimiento platónico, la idealizaste y la pusiste en un pedestal, la sientes intocable... eso no es amor, es sólo una... ilusión — dijo luego de analizar todo en base a sus experiencias con su novia y los conocimientos que tenía de Kami Sama.

— Hoy vino Lilith, conversamos sobre lo que pasó, ella se enojó mucho porque no pude explicarme bien... estaba muy nervioso... estos meses había cambiado, ahora era dulce, cariñosa, preocupada de los demás, es mi culpa que haya vuelto a tener odio en su corazón, si hubiera podido matarme lo habría hecho, ya no quiere volver a verme... y yo sinceramente no sé qué me pasa con ella — miró al piso, triste.

— No te preocupes, debe ser como Izbet, recuerda que ambas son de la misma raza, parecen demonios cuando se enojan — se sonrió levemente — dale espacio y tiempo para que se calme, estoy seguro que volverá a conversar contigo.

— ¿Podría decirme cómo se siente cuando uno está enamorado? — le preguntó sin levantar la vista.

— No sé cómo explicarlo — se cubrió la cara con la mano, como diciendo por qué me preguntas eso precisamente a mí, cuando la retiró de nuevo estaba completamente sonrojado, cerró los ojos para pensar — la quieres proteger, siempre te preocupas por ella, descubres cada cambio en su forma de ser por minúsculo que sea, la admiras... si alguien quiere hacerle daño deseas desaparecerlo del universo. Al estar juntos te sientes contento, estás cómodo a su lado incluso cuando están en silencio — lo miró directamente — deseas... tocarla como lo hiciste, quieres ser el único que... me entiendes. No te gusta ver que tiene mucha cercanía con alguien que no seas tú. Si le interesas como te ha demostrado con todo lo que me contaste, volverá, pero antes debes aclararte tú sino terminará aburriéndose, y esta vez sí se irá para siempre.

En ese momento el joven dios escuchó en su mente una débil voz, era la pelirroja que lo llamaba, sintió su ki disminuir rápidamente.

— Debo irme, algo le pasa a Lilith — al llegar con ella la encontró con muchas heridas, parecía dormida, rodeada de sus amigos, en los brazos de 16 que también estaba muy magullado.

— ¿Qué les ocurrió? — la tomó en sus brazos.

— Vinieron varios grupos de cazadores, se llevaron a muchos — explicó 16 — en ese momento llegó ella, al ver que pasaba luchó con ellos, pero la amenazaron igual que a mí para que no hiciera nada, con matar a los prisioneros. Esos bandidos en secreto pusieron una bomba en el planeta, su idea era matarnos a todos para que los que se llevarán pudieran venderlos más caros. Una de las hadas logró huir y nos avisó, usó su poder para detener la explosión, llevamos la máquina lo más lejos que pudimos, la tenía encerrado el artefacto en un campo, pero no pudo seguir deteniendo la detonación... en el último momento me protegió con su cuerpo.

El dios no sintió el ki de la mujer, sus ojos se llenaron de lágrimas, recordó todos los momentos pasados con ella, al almorzar, cuando la vio jugar con las sirenas, con qué ternura curó a la hada, sus ojos que se habían vuelto tan dulces y puros, esa mirada que lo cautivó el día de la tormenta, una furia como nunca antes se apoderó de su alma, sus ojos se pusieron blancos, y una gran aura rodeó su cuerpo.

— ¡¡¡NO QUEDARÁ NI EL ALMA DE ESOS MALNACIDOS!!! — grito con todas sus fuerzas el joven.

— Shin... — lo llamó en un susurro la moribunda.

El dios se teletransportó a la Tierra, al Templo Sagrado.

— Dende, por favor, ayúdeme, RÁPIDO — esté llegó corriendo en compañía de Mr. Popó, la dejo en el piso.

— Tranquilo, su amiga estará bien — dijo para calmarlo al ver la preocupación del dios, cuando terminó ella abrió los ojos.

— ¿Dónde estoy? — pensó que murió, y que ese lugar era el otro mundo.

— Con amigos — Shin estaba arrodillado al lado de la pelirroja, angustiado que lo volviera a tratar mal, pero al ver a su alrededor ella se dio cuenta que él la llevó allí para salvarla, después de todo lo que le dijo y como lo trato igual acudió a su llamada y la ayudó, no pudo evitar tomarlo de la cara y besarlo, para asombro del namek y su asistente.

— Los que se llevaron en las naves, debemos salvarlos — dijo cuando se separó bruscamente de él, se teletransporta inmediatamente.

Kaio Shin se despidió, y la siguió, Kami Sama y Mr. Popó se miraron asombrados por lo que vieron. Cuando el dios llegó a la nave espacial, la mujer ya tenía fuera de combate a varios secuestradores.

— Sigue aquí, yo iré a buscar a los prisioneros de la otra nave y los llevaré a casa — desapareció.

El Capitán de los ladrones tenía a una elfa del cuello y amenazaba con rompérselo si él se acercaba. Por suerte Lilith apareció atrás del bandido, aprovechando que estaba distraído con Shin, le toma las manos para que la rehén huyera, y se las rompió.

— Nunca más vuelvan, sino no quedará ni la sombra de ustedes — su mirada le hizo entender que el hombre no bromeaba.

Con la pelirroja se llevaron a los que quedaban a bordo al planeta de los seres mitológicos, donde todos celebraron. La demonio y el joven fueron agasajados como héroes, cuando terminaron él llevó a 16 donde su Honorable Antepasado para que lo arreglará de nuevo con su magia. El anciano y Kibito trataron de saber que pasaba con la mujer, pero Shin se mantuvo hermético, necesitaba pensar.

De vuelta en el planeta.

— Gracias por todo — dijo feliz 16.

— No quiero incomodarla, mejor me voy — al verlos juntos se volvió a sentir celoso.

— Espera... — le pidio ella.

— Debo ir a ver cómo están los demás, nos vemos — el robot se fue.

Por fin solos, ninguno de los dos hablaba.

— ¿Se siente bien? — le consultó el joven dios.

— Sólo algo cansada, quiero acostarme ¿Te gustaría acompañarme? — mirada pícara.

— Heee...

— Tranquilo, es una broma — le sonrió.

— Siento haberme ido luego que nosotros... y por todo lo que la he hecho sufrir — se arrodilló frente a ella con la cabeza baja.

— Pero...

— Por favor deje que termine... — le dijo todo lo que pensaba sobre el sexo, lo que le pasaba con Izbet, la conversación que tuvo con Piccolo, y como se sintió cuando pensó que estaba muerta — ahora entiendo que a quien amo es a usted, y que no es malo... lo que pasó ese día entre nosotros, comprendo si no quiere verme nunca más... me comporte como un imbécil... siempre la voy a amar, pase lo que pase — hizo ademán de irse.

— Espera — se acercó y lo besó tiernamente — debiste decirme todo esto antes, no pensé que te sentías así sobre el sexo, en mi pueblo eso es muy natural... yo fui considerada rara, porque era virgen a pesar de mi edad... quería a Supay como mi primer hombre — le tomó la cara para que la mirará a los ojos — quién diría que al final tú lo serías, mi amor.

— ¿Entonces me perdona? — esperanzado.

— Igual tendrás que hacer mérito... pero sí, te perdono, te amo — se volvieron a besar — ¿Quieres que volvamos a estar juntos, como el día de la tormenta? — el joven afirmo con la cabeza, eludiendo su mirada — yo también lo deseo, pero por favor deja de tratarme de usted.

— Está bien... Lili.

Entraron de la mano a la cabaña de la mujer, mientras se besaban sentados en la cama, aprovechaban de desvestirse, cuando terminaron el dios la miró con tristeza.

— ¿Qué te pasa?

— ¿De verdad me considera... consideras un enano?

— Jajaja... quería herir tu orgullo, y veo que lo logre, todo fue mentira — mirándolo a los ojos — me encantó hacer el amor contigo — un beso suave — no me importa que seas más bajo que yo, te digo un secreto — le susurró al oído — en la cama eso no importa, sólo es cosa de saber acomodarse — de nuevo esa sonrisa que lo volvía loco.

— Acuéstate y cierra los ojos — le dijo serio.

Ella esperó expectante hasta que dio un grito de sorpresa y placer al sentir la lengua de él alrededor de su intimidad, luego de un rato con ese juego, quería más.

— Hazlo ya... por favor.

Él introdujo su lengua, recreándose en cada sensación que le hacía sentir, cada jadeo, cada temblor que tenía, hasta que ella encorvó su espalda al acabar. Mientras la pelirroja recuperaba el aliento, él la acarició, sentía que debía decirle algo.

— Yo...

— No es necesario que digas nada, sólo bésame.

El dios la obedeció, no sólo en sus labios, en su cuello, hombros... hasta que sintió que explotaría si no podía entrar en ella. Lo hizo lentamente, pero las sensaciones que tenía lo hicieron olvidar su deseo de ser suave, entró y salió cada vez más fuerte y rápido, haciendo que la mujer gimiera sin control, hasta que acabaron juntos, quedaron en silencio abrazados hasta que se durmieron.

Al otro día temprano, mientras la pelirroja todavía estaba acurrucada en su pecho él tomó valor.

— ¿Quiere... quieres ser mi...? — intentó preguntar sonrojado.

— No, gracias.

— Pero...

— No necesito que le pongamos un nombre a esto... yo quiero estar contigo, y tú conmigo... lo demás que importa — sabía que era muy tímido y le complicaba todo lo que estaban viviendo, pero esa era una de las cosas que le encantaban de él, a pesar de lo que pasaron estaba segura que no la traicionaria como los demás, aunque nunca formalicen su relación.

Desde ese momento el dios a veces iba a quedarse en su cabaña, o ella iba al Planeta Sagrado de visita, luego de varios meses, la demonio le dio una sorpresa.

— ¿Puedes ayudarme a embalar mis cosas?

— ¿Por qué?

— Quiero irme a vivir contigo — ella le susurro sensualmente en el oído — ¿Puedo?

— Por supuesto.

Al llegar al Planeta Sagrado.

— ¿Por qué traen tantos cachivaches? — miro molesto el anciano.

— Me vengo a vivir con Shin ¿Alguna objeción?

— Para nada preciosa — dijo con mirada pervertida.

— Y más vale que mantenga sus manos lejos de mí sino...

— ¿Me las cortarás? — dijo con sonrisa irónica.

— No las manos — hizo como que sus dedos son tijeras y las apuntó a la entrepierna del anciano, instintivamente y con cara de dolor, los tres hombres se cubrieron ese sector.

— Que agresiva, son sólo bromas de un viejo — pero por las dudas se mantuvo lo más lejos posible de ella.

— No debes preocuparte por mí, sé cuidarme — dijo besando al joven dios.

— Te amo Lili.

— Y yo a ti.

FIN

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